Polonia en Mexico

El 11 de noviembre, en el Día Nacional de la Independencia, la Embajadora de Polonia en México, Agnieszka Frydrychowicz-Tekieli, acompañada por representantes de la diáspora polaca en México, colocó una ofrenda floral en los colores nacionales ante el monumento a Ignacy Jan Paderewski en la Ciudad de México. Ese mismo día, por iniciativa de la Embajada, se celebró en la Basílica de Santa María de Guadalupe una misa en intención de la Patria, durante la cual se realizó la ceremonia de volver a colocar la bandera de la República de Polonia en el conjunto de banderas de diversos países ubicado cerca del altar. La ceremonia retomó el simbolismo del acto de 1959, cuando a - petición del cardenal polaco Stefan Wyszyński - Polonia fue puesta bajo la protección de la Virgen de Guadalupe. El el acto articiparon peregrinos polacos, miembros de la comunidad polaca residente en México y el personal de la Embajada.

El 12 de noviembre, en la residencia de la Embajadora, tuvo lugar la recepción anual con motivo del Día de la Independencia, con la participación de representantes de la diáspora polaca y cónsules honorarios de Polonia. En su intervención, la Embajadora subrayó el significado de la independencia y la fuerte posición internacional de la Polonia actual, mencionó los desafíos para la seguridad europea y destacó el papel de la comunidad polaca en la promoción de la cultura y las tradiciones polacas en México.

Durante el acto se entregaron distinciones estatales: la Insignia de Honor “Por los Servicios a la Diáspora y los Polacos en el Exterior” al señor Andrzej Rattinger-Aranda (Cónsul Honorario de Polonia en Xochitepec) y la Insignia de Honor Bene Merito a la señora Hanna Kot-Arredondo, directora de la Escuela Polaca “Jan Zych”. El encuentro concluyó con un breve concierto del pianista polaco Piotr Sałajczyk y una recepción.

La culminación de las celebraciones tuvo lugar el 16 de noviembre en la Hacienda Santa Rosa, cerca de León, Guanajuato - un lugar de especial importancia para la memoria histórica polaca en México, donde en 1943 encontraron refugio unos 1,500 ciudadanos polacos - principalmente mujeres y niños que habían sobrevivido al exilio en Siberia. Actualmente, el sitio alberga el Centro Ciudad del Niño Don Bosco, dirigido por la comunidad salesiana, que ofrece apoyo a niños y jóvenes en situación de vulnerabilidad. En la ceremonia participaron los representantes de la comunidad polaca en León, descendientes de los “Santa Roseños”, autoridades locales y miembros del clero, así como la Embajadora de Polonia, la Cónsul de Polonia en México, el Cónsul Honorario de Polonia en Guanajuato y representantes de la Embajada.

Durante el acto, la Embajadora entregó distinciones a personas que han contribuido de manera destacada al fortalecimiento de la identidad nacional polaca, a la integración de la comunidad polaca en México y a la amistad polaco-mexicana. Un momento especialmente emotivo fue la entrega de la Insignia de Honor “Por los Servicios a la Diáspora y los Polacos en el Exterior” - en nombre del Primer Ministro de Polonia - a la señora Valentina Grycuk, la última sobreviviente polaca que llegó de niña a la Hacienda Santa Rosa. Al agradecer la distinción, la señora Grycuk resaltó el hecho de sentirse parte de dos patrias: Polonia, donde tiene sus raíces, y México, el país que le permitió formar su familia.

Asimismo, la Embajadora otorgó las Insignias de Honor Bene Merito, concedidas por el Viceprimer Ministro y Ministro de Asuntos Exteriores, a los salesianos padre José Antonio Gutiérrez Pérez, director del Centro Ciudad del Niño Don Bosco, y José Luis Palacios Blanco, autor del libro “Hacienda Santa Rosa. Mała Polska”. Durante la celebración, la Cónsul de Polonia en México entregó también las resoluciones del Presidente de la República de Polonia sobre la concesión de la ciudadanía polaca a los descendientes de una de las familias que llegaron a la hacienda en los años cuarenta y que, por falta de documentación, no habían podido acreditarla anteriormente.

Tras la parte oficial, los invitados compartieron una convivencia en un ambiente cálido y festivo, intercambiando recuerdos, cantando canciones polacas y mexicanas y degustando platos tradicionales preparados por miembros de la comunidad polaca de León.

Las celebraciones de este año fueron una ocasión para honrar la historia, destacar la presencia duradera de Polonia en México y fortalecer los vínzios que unen a los polacos y a la diáspora polaca en ambos países.