Katyń 1940. Recordamos.
13.04.2022
Los rusos exterminaron a la clase intelectual polaca en el lugar que hoy es testigo de la agresión contra Ucrania.
Hace 82 años tuvo lugar un brutal asesinato de casi 22 mil ciudadanos polacos, incluidos más de 10 mil oficiales del ejército polaco, ejecutados por soldados de la Rusia soviética en Katyń. Entre los asesinados también se encontraban representantes de las minorías nacionales de la República de Polonia, incluida la minoría judía. Ningún crimen tan grande como la masacre de prisioneros de guerra e internados podría cometerse en Rusia sin las órdenes de sus líderes.
Los comunistas polacos y los rusos intentaron a toda costa convencer al mundo de que los crímenes fueron cometidos por los alemanes. Con este fin crearon la mentira de Katyń, una expresión de la política de estado consciente y consecuente que falsificaba la realidad de la política estatal de la Rusia soviética.
Recién en 1990, cuando se derrumbó la URSS, las autoridades rusas emitieron un comunicado en el que confirmaban la responsabilidad de la Rusia soviética en el asesinato de los oficiales polacos y representantes de la clase intelectual en 1940. Boris Yeltsin, entonces presidente de la Federación Rusa, colocó una ofrenda floral bajo la Cruz de Katyń en el Cementerio Militar de Varsovia y pidió perdón en nombre de su pueblo.
El recuerdo de la Masacre de Katyń vuelve hoy, en la era de la agresión injustificada de Rusia contra Ucrania, con fuerza redoblada. La memoria no permite que Polonia y los polacos acepten los bárbaros actos de destrucción y profanación por parte del ejército ruso de los lugares conmemorativos en Ucrania.
Para los polacos, los símbolos de la Masacre de Katyń son botones con el emblema de la Segunda República Polaca que, encontrados en la escena del asesinato, ayudaron significativamente a identificar a las víctimas. Los cuerpos fueron enterrados de forma anónima en fosas comunes en los bosques para que nunca fueran encontrados. Un botón, atributo del sobretodo y del uniforme militar, se ha convertido en un signo material de nuestra memoria.